sábado, 1 de agosto de 2009

El León y el Ratón


¿Cuántas veces subestimamos a otras personas? ¿Cuántas veces menospreciamos a otros que si hubiésemos considerado más podrían habernos dado su ayuda en el momento preciso en el cual la necesitábamos? A mí ya me pasó alguna que otra vez.

Cuando era chico mis viejos me habían regalado un libro de fábulas, tenía muy lindas ilustraciones pero los cuentos estaban bastante simplificados (cuando ya de por sí eran cuentos muy sencillos y concisos), y encima al final figuraba la “moraleja” en cursiva por si las dudas el pequeño lector no la había entendido. Ese tipo de libros, si bien tenía muy buenos dibujos, son los que después promueven que muchos de más grandes no se interesen mucho por la lectura.

Hace unos días me acordé de uno de los cuentos que más me habían gustado (si bien la forma de presentarlos que tenía esa edición era demasiado simplificada, los cuentos en sí no eran malos). Era sobre un león y un ratón.

Busqué en internet sobre ésa fábula y me enteré que era una de las fábulas de Esopo. No sabía quién era Esopo pero me sonaba mucho de algún libro que había en la casa. Me enteré que era un sabio griego del siglo VI a.C, que narraba cuentos, al mejor estilo de los hermanos Grimm, sólo que, obviamente, muchos siglos antes.

Encontré en la biblioteca un libro con sus fábulas de una edición más humilde y sin ilustraciones pero más en serio, en el sentido que los cuentos estaban mucho mejor relatados y de una manera menos infantil.

A continuación les transcribo el cuento del León y el Ratón:

Esta fábula nos avisa de que nadie debe atropellar a los más pequeños, de quienes podemos recibir grandes favores insospechados.
Hallábase un león durmiendo en la selva, y cerca de él, amparados en el descuido de aquél, jugueteaban los ratones del campo. Mas de aquí que uno de ellos salta por encima de la fiera. Despierta el león y, con ímpetu veloz, echa la garra al infeliz. Le pide éste que le perdone por su pecado, que cometió sin intención de molestarle. Acepta el rey de las fieras las explicaciones del ratón y, no teniendo por decoroso el vengarse de un ser tan humilde, le perdona y deja ir libre.
De allí a pocos días, vagueando en la noche, el león cayó en una trampa, y luego que se vio enredado en los lazos de ésta, comenzó a rugir con voz espantosa. Escúchale el ratón y, atraído por los formidables rugidos, acude prontamente al lugar del suceso, y dirigiéndose al león, le dice: “No tienes por qué temer. Yo te haré un favor correspondiente al gran beneficio que me hiciste”. E inmediatamente, púsose a registrar y reconocer los cordeles y los lazos que sujetaban al león, y así que se hubo enterado de todos ellos, empezó a roerlos y a aflojar la artificiosa trabazón de las ataduras hasta permitir a la fiera recobrar su libertad.

2 comentarios:

Martín Gustavo Vitale dijo...

Uno a veces tiene que bajarse un poquito del caballo... por ahí cuando estamos abajo lo miramos, y nos damos cuenta de que en realidad era un poni.

Buena entrada. ¡Abrazo!

Virginia dijo...

INTERESANTISIMO POST, Bellis!!Que hermoso cuento, nunca lo había leído, ni si quiera de niña.
Es tan cierto lo que planteas en el comienzo de tu post, y lo que plantea el cuento!
A veces subestimamos a las personas y no nos damos cuenta que cada una de ellas, seguramente tiene una capacidad diferente a la del otro.
Cuando leí el texto pensé que, por ejemplo...¿que sería el Ingeniero sin el albañil?
Todos necesitamos de alguien (ya sea para fines personales o lucrativos), que según nuestro imaginario están por debajo de un cierto nivel de educación, experiencia o de vida en determinado momento.
Anoche hablaba con una amiga y me hizo reaccionar en algo que es muy cierto. Decíamos que últimamente muchas de las personas que se pelean con sus novias/os, no saben enfrentarlo al duelo y acuden al psicólogo. Y mi amiga me dice..."Otra forma importante de enfrentar un duelo, es satisfaciendo una necesidad básica. La persona que acude al psicólogo tiene más tiempo y tiene obra social o recursos que le permitan asistir. Pero alguien que sabe que todos los días tiene que suplir su carencia básica, no se va a quedar en el desdén del olvido, encerrado en su casa y analizando los porqué."
Bueno, la verdad que es así realmente. Y no solo por cuestión de recursos, si no que siempre, siempre... hay personas que saben como resolver determinadas situaciones que nosotros no sabemos. Y es lindo eso, es lindo porque cada uno marca la diferencia.
Te mando un saludo y un excelente comienzo de semana!!Besos!