domingo, 27 de septiembre de 2009

Überschönheit

Hay muchas cosas de las cuales se podría hablar, el tema es que no siempre hay tiempo para desarrollarlas, y muchas veces, cuando ese tiempo llega, uno ya no siente lo que sentía en el momento que tenía ganas de escribir sobre eso.

Es así como ahora me costaría escribir sobre temas que en otro momento hubiera querido desarrollar más, pero bueno, son cosas que pasan, es muy probable que más adelante publique un poco sobre esos temas en el blog.

Hoy quisiera hablar sobre algo en particular, la belleza. Coincido con mucha gente que dice que lo importante es el amor, y lo que uno realmente siente por la otra persona, ya que a la cara, después de un tiempo determinado, uno se termina acostumbrando. Esta mal guiarse por las apariencias eso es muy cierto.

Sin embargo no creo que tengamos que desmerecer a la belleza, no hay que ubicarnos ni en un extremo ni en el otro. Hay que aprender a disociar, una persona puede ser agradable o desagradable, se la puede pasar bien o mal con su presencia, pero aún así puede ser bella. Tenemos que aprender a apreciar a la belleza aun cuando eso no hace a la persona en sí. La apariencia por un lado, la esencia por el otro, pero hay que disociar y no ignorar a ninguna de las partes.

Hace poco vi a alguien que sinceramente me deslumbró, hacía años que no veía alguien tan linda. Si yo creía que conocía la belleza, esta mina ya llegó al nivel de la “Superbelleza” (Überschönheit). ¿Probaron las galletitas Dinamarquesas? Son unas galletitas que estuvieron muy de moda en la Argentina durante los noventa, eran de manteca y venían en una lata redonda, muy ricas, galletitas “finas y delicadas” con un sabor muy exquisito. Bueno, para los que las probaron les va a resultar más fácil entenderme por medio de esta analogía: La sensación que producen las galletitas dinamarquesas en el sentido del gusto, es la misma que produce ella en el sentido de la vista. Como dice Serrat: “tan linda que da gusto verla”.

No se si sea inteligente o copada, ni siquiera se si es buena o mala persona, pero la verdad, en ese contexto, eso no tiene importancia, ese día mis ojos se sintieron alagados.


Y sí, a veces hay que darse el gusto de quemarse a sí mismo y escribir cosas absurdas o sin importancia aparente.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El Mito del Eterno Retorno

No se si lo entendí bien, pero al fin y al cabo, eso no tiene demasiada importancia, porque es cómo lo entendí yo lo que importa, la manera en que me gustó ese concepto, y es así como viene al caso para desarrollar la idea que quiero presentar.
Casi no leí nada de Nietzsche, solamente un texto que se llama “Sobre verdad y mentira en un sentido extramoral”, y algún que otro libro sobre él escrito por algún tercero. La mayoría de las pocas cosas que se sobre él son cosas que escuché a través de otros.
Uno de esos pocos conceptos fue el del Eterno Retorno que, según tengo entendido, él había tomado de los griegos. Una suerte de idea de círculo. Después de morir, perdemos todos nuestros recuerdos y volvemos a nacer en la misma vida, toda nuestra vida, todas nuestras situaciones vividas se repiten una y otra vez infinitamente y sin ninguna diferencia con las veces anteriores y posteriores, ya que al perder nuestros recuerdos, no hay forma de cambiar el orden de los hechos.
Por eso de ahí se desprende la consigna: “Viví de una manera tal que quieras repetir tu vida de nuevo, porque todo lo que hagas lo vas a volver a hacer infinitas veces”. Lo interesante de este tipo de planteos es que más que explicar una realidad, proponen una forma de vivir. No explican, sino que sugieren, y uno puede tomarlo o dejarlo.
Esta forma de concebir la vida, como algo que se repite una y otra vez hace que inevitablemente tengamos que hacer un balance de cómo la llevamos a cabo, de lo bueno y de lo malo, de lo positivo y de lo negativo. ¿Querría vivir esta vida de nuevo? ¿Fue lo malo tan malo como para no querer vivirlo de vuelta junto con lo bueno? ¿Fue lo positivo lo suficientemente bueno como para compensar todo lo malo y querer que todo en conjunto se repita? Eso ya depende de lo que uno piense y haga.
Me aburre la rutina pero es posible que ésta al mismo tiempo me tranquilice. Las sorpresas gratas me gustan y me asustan al mismo tiempo. Me gustan los buenos momentos pero me preocupa un poco que me hagan ilusiones que al final no se cumplan. Sólo se que hace un tiempo descubrí algo muy interesante. Quiero descubrir eso infinitas veces, todas como si fuera la primera vez.

domingo, 6 de septiembre de 2009

B.H.A.: Capítulo 1

Diez y media de la mañana. La hora en la cual yo por lo general tomaba mi pausa en el trabajo, y esa no iba a ser la excepción. Desgraciadamente Margarita, quién solía ser mi compañera de breaks con la que tomábamos un café en la cocina mientras hablábamos de cine europeo, y de costumbres del idioma y la cultura alemana, ya llevaba más de dos semanas sin venir. Por ese motivo, tuve que bajar a la calle y dar un par de vueltas, mirando las vidrieras de algunas librerías que estaban por la zona. De paso me di una vuelta por el Delicity que estaba enfrente de mi trabajo y me compré un par de chipas, o como les gusta decirles a ellos, panes de queso.
Hay días en los que realmente deseo aburrirme ya que de esa manera el tiempo pasa mucho mas lento y cuando vuelvo al trabajo, no lo sufro tanto. No es que me disguste trabajar, pero algunas veces puedo realizar mis tareas mientras en realidad pienso en cualquier otra cosa, como películas o anécdotas de amigos, y en el peor de los casos, gente que no me banco.
Todavía me quedaban veinte minutos de break que los pasé mirando un poco los productos de un negocio de comics. Fue ahí cuando sentí que alguien apoyaba la mano en mi hombro. Gracias a Dios, no se trataba de esos tipos desagradables que te reparten papeles de gatos de dos mangos con cincuenta.
- ¡¡Hola Brunito!! ¿Cómo anda Brunito?
- ¡¡Ah!! ¡Hola!, ¿Cómo andás, che?
Se trataba de Luciana una suerte de amiga mía, mas bien conocida. Era maestra de grado en el colegio al que yo iba, igual nunca me tocó porque yo había entrado recién en séptimo grado, y ella le enseñaba a chicos chicos. La empecé a tratar cuando yo ya estaba en quinto año e iba a la biblioteca de primaria con la excusa de estar haciendo un trabajo de investigación, cuando en realidad lo que quería era escaparme de misa o de las clases de inglés por la tarde. No era mala mina, pero muy bien no me caía.
- Ahí ando, con los bolonquis que tiene cualquiera.
- ¿Qué pasó? ¿Problemas con los nenes? – le pregunté yo
- Un poco eso, un poco lo otro, también hay problemas con mi novio.
- Ah, ¿En que anda Javier?
- ¿Quién es Javier?
- Tu novio, ¿no se llamaba Javier? – Yo había estado convencido de que se llamaba Javier, no sé por qué.
- No, no, se llama Juan Carlos.
- Ah, ¿y como andan las cosas entre ustedes?
- Y… no mal, pero podrían estar mejor. Es como que todo se volvió muy monótono, él antes era re querible y ahora esta medio arisco.
- ¿Pero que es más precisamente lo que pasa?
- Y… no es que me moleste que él salga con los amigos, pero me gustaría que cuando viniera a casa no se tirara en el sofá y se pusiera a mirar la tele, es como que yo también tengo ganas de salir con él y hacer cosas.
- ¿Y por qué no hablás con él? ¿Por qué no le decís que te molesta que salga tanto con los amigos y que a vos no te de pelota?
- Bruni, ya somos gente grande, no podemos ponerles condiciones a los demás ni andar diciéndoles que hacer o que dejar de hacer.
- Estoy de acuerdo, pero yo no creo que eso sea excusa para que uno haga siempre lo que se le cante. Cuando uno vive en comunidad, se somete a acuerdos y reglas. Uno siempre tiene libertad para hacer lo que quiere, eso es verdad, pero si uno quiere tener ciertos vínculos, ciertas compañías, o moverse en determinados lugares es necesario portarse de una determinada manera.
- No se si te entiendo, ¿cómo es eso?
- Y, bueno, si vos querés tener una materia de la facultad aprobada, es un requisito saber el contenido de esa materia, claro que si vos querés no estudiar sos libre y estás en tu derecho de no hacerlo, pero a cambio de eso no vas a poder aprobar. Es más uno es tan libre que hasta si quiere puede ir y matar a otros, eso sí, como uno vive en sociedad luego tiene que pagar la pena por eso, ir a la cárcel.
- No entiendo. ¿Cómo se aplica todo eso que decís a mi relación?
- Quiero decir, que es verdad que él puede hacer lo que se le cante, pero ustedes son novios y si él quiere ser tu novio vos tenés derecho a exigirle un mayor compromiso, sino, pueden cortar. Pero no es cuestión de que porque son gente grande, vos te tengas que bancar cosas que son inbancables.
- Aha.. ya veo…La verdad que tenés razón. ¡¡Gracias!! Ahora tengo las cosas un poco mas claras, y creo que voy a hablar con él.
- De nada, che mira… se me esta acabando el tiempo de la pausa y ya tengo que ir volviendo a trabajar, nos vemos, Lu.
- Chau, Brunito, a ver, cuando pasas a visitarnos por el cole, eh.
Acto seguido, le di un beso y me volví para el edificio. Tiempo quemado, se me había pasado rápido sin hablar de nada y tenía que volver a mi puesto de trabajo. Si uno se guiara por esa breve conversación que habíamos tenido Luciana y yo en la calle, podría pensar que Lu era una mina grande bastante simpática la cual no tenía prejuicios y escuchaba las sugerencias de alguien bastante menor que ella. En parte es verdad que era así, pero sin embargo muy en gracia ella no me caía, sería difícil de explicar el por qué.
Lu era una mina de estatura normal, muy flaca, de ojos marrones y rubia. Aunque en este país, y en gran parte del mundo, decir rubia es sinónimo de “linda”, podríamos aclarar que este no era su caso, a pesar de que ella más de una vez se la pasara diciendo que por más inteligente y buena persona que uno fuera, siempre había algo que entraba por los ojos. Tenía un arma de seducción bastante importante, la cual era su (no se si real o simplemente aparente) ingenuidad.
Mi hermanito, siete años menor que yo, había sido alumno de ella en el colegio, por lo cual yo ya tenía una idea del tipo de profesora que era. Para aclarar un poco las cosas podríamos hablar antes de los tipos ideales.
Weber solía usar tipos ideales cuando quería presentar teorías o ideas, y al usar ese término, no se refería precisamente a Tom Cruise o a Johnny Deep. Los llamados “tipos ideales”, son abstracciones teóricas en estado puro, son idealizaciones. Un tipo ideal es algo que esta basado en la realidad pero que es imposible encontrar en esta. Una generalidad singularizada que ayuda a entender más fácil algunas cosas que se dan en la realidad. Para que lo entiendan mejor, podríamos decir que todos los estereotipos son una suerte de tipos ideales, ya que se basan en la realidad pero están idealizados.
Hay dos tipos ideales de maestras del primario jóvenes (con “jóvenes” me refiero a de treinta años para abajo). Una es la maestra sexy con cara de nena que muchas veces es el primer amor de los nenes, pero que no es ninguna boluda, sabe muy bien poner orden y es respetada y recordada por todos los alumnos (y admirada y envidiada por las nenas). El otro tipo ideal de maestra joven, es el de la típica boluda que no sabe hacerse respetar y que cuenta cosas de su vida que no vienen al caso, de esas que cuando hay algún problema, ya sabés que no podés contar con ella, en general suele pasar con algunas maestras suplentes, pero varias son así incluso cuando son las profesoras titulares, las típicas que en su clase cuando toman prueba estudian dos y se copian todos los demás.
Obviamente, el tipo al que pertenecía Luciana, era al segundo, sus clases eran un caos, tan inútiles y vacías de contenido que había que buscar alguna que otra actividad para no perder el tiempo, de hecho, algunos alumnos mientras hablaba le gritaban “¡¡CALLATE!!” y ella no hacía nada. Repito, no era mala mina, pero muchas veces es la omisión mucho más dañina que la acción.
A pesar de no haber sido alumno suyo, había tenido el suficiente trato con ella como para poder formarme mi criterio y coincidir con mi hermano. Además lo había conocido al novio, que iba a visitarla medio a escondidas a la biblioteca del colegio.
Era un boludazo, un gigante de esos grandotes que se la pasan caminando mientras se ríen y uno se pregunta de qué cuernos se están riendo, mientras mueven los brazos como si los músculos les pesaran. Cuando me daba la mano, daba la impresión de que lo quería era hacerla mierda con la fuerza bruta, era de esos que creen que un buen gesto es destrozarte la mano y después te dicen “apretá, maricona”.
Era bastante mas chico que Lu, cinco años menor, pero aún así no era el tipo de persona a la que le gustara aprovechar el tiempo y hacer cosas productivas, mas bien, se beneficiada del prestigio de otros, y así fue como había conocido él a Luciana: diciendo que era estudiante de medicina cuando en realidad, lo que hacía era manejar una ambulancia.
A veces me cae mal alguien simplemente por el tipo de gente con el que se rodea, se que por ahí a veces no tenga que ver con la persona en sí, pero hay veces que me cuesta realizar la disociación. Más de una vez para que me dejara de gustar una chica solamente bastaba con saber que tipo de flacos les gustaban. No es que Lu me gustara, pero el simple hecho de verla con ese tipo hacía que me cayera un poquito mal.
Agradecí que tuviera que volver al edificio, no pensar en ese dúo me iba a hacer bien. En el ascensor un tipo me habló.
- ¡Cómo vuela la guita ahora! ¡Me acabo de gastar quinientos pesos en el supermercado!
- ¡Ja!
La verdad, quería hablar con ese tipo, practicar un poco de small talks, pero si quieren saber la verdad, soy pésimo para sostener charlas sencillas y simples.
Cuando subí al piso fui a ver a Marissa, la secretaria de nuestra pequeña empresa, en realidad era una suerte de mezcla entre secretaria y administrativa de RR.HH., ya que ella se encargaba de hacer las entrevistas con los nuevos empleados y de llevar el parte de las asistencias. Le quería preguntar por Margarita.
- Disculpa, Marissa, te hago una pregunta, ¿Tenés idea de qué paso con Margarita? Ya hace dos semanas que no viene.
- Ah, cierto, la verdad que no sabemos nada, no tenemos ni la más mínima idea de que es de su vida.
- Ah, ¿No saben? Yo pensaba que estaba enferma o algo.
- Ni idea, ¿Vos tampoco sabés nada? ¿No te llamó ni nada?
- No, que raro.
- La verdad, es un misterio.
- Si, habrá que resolverlo.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Los Videojuegos: el origen del Bien en un mundo sin Dios

Hace bastante, cuando estaba terminando quinto año del secundario, el profesor de religión planteaba que sin Dios el Bien no tendría ningún sentido. ¿Si no existe Dios, para que obrar bien? A esa edad me parecía un muy buen planteo, pero se me ocurría una alternativa a esa idea que de a poco fui desarrollando, hasta lograr hacerla un poco coherente: un mundo donde existe el Bien pero no Dios.

¿Saben lo que es un RPG? Si no lo saben, no se preocupen, se los voy a aclarar. RPG son las iniciales Role Playing Game, es un tipo muy particular de videojuego. Tiene la característica de que uno asume el papel de un personaje que sería el protagonista de la historia, en muchos casos hasta te dejan ponerle el nombre que quieras cuando empezás el juego. Aparte de esto hay dos cualidades que tienen los RPG’s, una es que son muy largos, pueden llevar meses terminar de jugarlos en su totalidad, la otra es que no se trata de un juego de destreza en cuanto a que tan rápido seas apretando botones, sino más bien cuanto tiempo lleves jugando. El personaje que uno maneja empieza el juego con un determinado nivel de poder asignado, generalmente es de 5 (cinco) y a medida que uno juega, va peleando contra otros personajes y va ganando experiencia, el personaje que uno tiene va subiendo de nivel. Es por eso que en estos juegos el entrenamiento es importante, ya que si sos un level 5, nunca vas a poder ganarle a uno que es de nivel 20, la única manera es pelear contra enemigos de tu mismo nivel o un poco mas bajo, para así ganar experiencia, subir de nivel y llegar a la misma categoría que ese enemigo. No hay secretos para ganarle a enemigos de un nivel mucho más alto, solamente entrenar y ponerse a la par o superarlos.

Imaginémosnos ahora un mundo con personajes de un RPG de diferentes niveles: los hay de 5, de 10, de 20, etc. Acuérdense que a mayor nivel, mayor poder (ya sea poder económico, fuerza física, inteligencia, etc), sin embargo en este mundo no hay diferencias de poder que sean groseramente desmedidas, quiero decir, un hombre de nivel 20 podría “molestar” mucho a un level 5, pero esa diferencia no es lo suficientemente grande como para que un puñado de personajes de nivel 5 puedan medirse con el de 20. Por lo tanto lo lógico sería que quienes son de nivel más bajo hagan alianzas entre ellos para que aquellos que tienen un level más elevado no los puedan oprimir.

Al mismo tiempo es posible que haya enfrentamientos entre individuos del mismo nivel, pero hay una gran desventaja, sí Juan mata a Pedro, logrará deshacerse de él, pero es muy probable que los amigos y familiares del finado deseen cobrar venganza y matar a Juan o al menos hacerle algún daño. Entonces si un individuo mata a otro, se somete a padecer una venganza por parte de los allegados de la víctima, y de esta manera volveríamos al caso anterior, ya que uno es más poderoso pero un grupo de varios puede neutralizar ese poder.

Entonces tenemos que todo aquél que intenta imponer su voluntad por sobre la de los demás y en este afán termina haciendo daño o quitándole la vida a otro, es muy posible que luego tenga que encarar una venganza por parte de otros. Por este motivo no es conveniente que una persona haga daño a otra de la misma jerarquía, ya que luego de esto se vuelve propenso a la venganza de otros. Además los más débiles deben unirse entre sí para evitar que los fuertes se les impongan. A aquellos personajes de nivel más alto también les conviene entrar en la alianza con los de niveles bajos, porque la unión hace la fuerza y esto les permitiría tener un respaldo frente a otros de su mismo nivel, en los cuales una pelea sería complicada o al menos muy pareja.
Otra vuelta más sobre lo mismo: si un individuo X le hace daño a otro, siempre va a correr el peligro de que otros quieran vengarse de él. Es por ese motivo que hace alianzas con otros, primero posiblemente para tener aliados cuando corre el peligro de ser atacado, y luego para que los que lo rodean, que serían aliados, no lo atacasen (“No le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a vos”). Llegaría un momento en el cual, todos los individuos de ese mundo estarían aliados, serían “amigos”, y con esta alianza se crearía el “Bien”: aquello que es conveniente y provechoso para todos y cada uno de los individuos. Obviamente, como nadie es perfecto, algunos cortarían con esta alianza o pacto, y le harían daño a otros. Como hay un acuerdo de que todos son amigos y que lo que esta bien es aquello que es beneficioso para todos y no se puede hacer daño a un miembro de la alianza (es decir, a cualquier otro ser humano), quién, por ejemplo, mata a otra persona, termina rompiendo con su parte en el pacto, y se convertiría en “malo”, porque estaría en contra del bien común. Como este individuo “malo”, mató a un ser humano que era parte de un acuerdo en el cual todos eran aliados, entonces TODOS se ocuparían de “vengarse” del que mató a su amigo.

El “Bien”, también lo podríamos ligar con otros conceptos que tienen una función muy parecida como ser, el Estado, la sociedad, las leyes, la religión, o Dios. Todos estos conceptos se tratan de creaciones humanas que sirven para garantizar que los hombres (o al menos la mayoría de estos), vivan en armonía y no haya grandes conflictos entre ellos.

Esto lo había pensado hace mucho, pero nunca me había sentado a desarrollarlo y expresarlo bien. Desgraciadamente ya me habían ganado de mano. Unos años después, terminando el secundario y después estudiando Ciencia Política en el C.B.C., me había enterado de que a un tipo llamado Thomas Hobbes ya se le había ocurrido lo mismo hacía unos cuatro siglos antes.

Lo más gracioso es que el profesor de catequesis bien lo conocía, ya que más de una vez lo había citado diciendo que “el hombre es lobo del hombre” haciendo referencia a la guerra de todos contra todos en el estado natural previo a la creación del Estado.

Ahora esto me permite formular una nueva pregunta. ¿Sin el Bien, cual es el sentido de Dios? ¿Sin servir de garantía para conservar un orden (o quizás incluso para instituir uno nuevo) que sea provechoso, al menos a primera vista, para todos los individuos, tiene la existencia de Dios algún sentido? ¿Si no sirve como fundamento de una manera correcta de obrar, tiene sentido que Dios exista?