miércoles, 20 de enero de 2010

Borrador> improvisacion de Octubre-Noviembre del 2009

There’s a club, if you’d like to go,
You could meet somebody who really loves you,
So you go and you stay on your own,
And you leave on your own,
And you go home,
And you cry,
And you want to die.
The Smiths, How soon is now?


I

Aburrido salí de la facultad porque faltaba más de media hora para empezar la clase, tenía tiempo de sobra para pasear por la calle. En realidad, había ido con bastante anticipación porque tenía planeado terminar de leer unas fotocopias para poder estar más al día con la clase, pero enseguida me había cansado y salí. Salí a dar un par de vueltas.

Lo primero que hice fue ir para un quiosco de revistas que estaba en la esquina de Santa Fe y Azcuenaga donde vendían copias de DVD’s. Muchas boludeces made in USA pero también tenían unas cuantas películas buenas a sólo diez pesos. Eso sí, había que aguantarse al tipo que regenteaba el quiosco, un semi marginal malhumorado al que era mejor no preguntarle nada de las películas ni tampoco reclamarle que algún DVD no funcionaba bien. Para cuando llegué al local, vi que ya había varios mirando que películas podían llevarse, de manera que decidí seguir caminando y volver dentro de un rato.

Estaba deprimido, un poco melancólico. Lo curioso es que ya no tenía ningún motivo para estarlo. Me había ido bien en los parciales. A ella le había gustado el breve párrafo que le había escrito para reanimarla un poco en esos tiempos difíciles. Y como si todo esto fuera poco, llevaba más o menos unos tres meses sin haber tenido ningún tipo de discusión con mi hermana. Debía estar contento, pero no lo estaba. Supongo que al final eso que dicen es verdad, todo es física y química. Si uno se deprime muy seguido, al final termina haciéndolo sin tener ningún motivo.

Hay que salir de este infierno.

Eso mismo había dicho el jefe, la mañana de ese mismo día, cuando yo le había comentado que ya había pasado un año desde que lo había conocido.

Soy porteño y estoy realmente conforme con mi ciudad, pero a veces cuando estoy melancólico pienso que las calles de Santa Fe con sus habitantes que en general mucho no se conocen entre sí, y sus negocios de ropa de mujer, no hacen más que potenciar esa melancolía. A veces extraño Glerek, tengo parientes allá y los voy a visitar de vez en cuando, en vacaciones o algunos fines de semana largos. Uno allá no es tan anónimo, y esa ciudad te hace acordar un poco a Springfield, no es que todos se conozcan pero al menos hay un mayor trato entre las personas cercanas. Generalmente cuando voy allá voy caminando con mi primo a todos lados, y hay un olor muy particular en las calles, no es agradable pero si termina resultando característico, y es el olor a césped de las veredas mezclado con caca de perro, es asqueroso pero cuando uno está allá lo siente como algo mucho más biológico, por más grotesco que pueda sonar.

¿Qué quería hacer? Siempre cuando estaba solo y además aburrido empezaba a pensar y a pensar, y siempre todos mis pensamientos chocaban en esa pregunta: ¿Qué era lo que quería hacer? Me preguntaba a mí mismo eso para ver si podía alegrarme un poco, sí eso que quería hacer era posible. Tenía mis límites, en media hora tenía que estar en el aula de vuelta, por lo que decidí perder el tiempo yendo a Plaza Barrientos y volviendo enseguida la facu.

Haciéndote honor.

Me acordé de Soledad. La semana anterior había dicho que había estado en esa placita con el novio, haciéndome honor. Sole era la novia de uno de mis mejores amigos, y a su vez, de pura casualidad, era compañera mía en un curso extracurricular de la facultad. Yo la sentía como una especie de cuñada, más que nada por el hecho de que sabía varias cosas de mí no porque yo se las hubiera contado, sino por medio de Pom, mi amigo. Fue por eso que había dicho que habían estado en Barrientos haciéndome honor. Yo en una época iba seguido a perder el tiempo y a “filosofar” en esa plaza con Pommy, allá lejos y hace tiempo, cuando todavía íbamos al secundario. En el momento en que Sole me había dicho que habían estado allá “haciéndome honor”, no podía evitar pensar, qué otras cosas le había contado Pom. A no ser que él mismo lo hubiera olvidado, lo más seguro era que también le hubiera contado del motivo por el cual yo había empezado a ir a esa plaza y no a otra. Lili. Seguramente ya sabía sobre Lili

Lili era alguien que ya no significaba nada para mí entonces, pero en su momento tuvo una relevancia importante en mi vida. Era una amiga de la familia, hija de unos amigos de mis viejos, y creo que hasta era una pariente lejana nuestra, aunque eso nunca lo llegué a entender muy bien. No supe si era una prima lejana o si teníamos primos en común sin ser parientes entre nosotros. Lo cierto es que nuestros padres eran amigos, que la conocía desde que era muy chico y que ella a mí me gustaba.

A Lili solía verla por lo menos una vez por año, en sus cumpleaños. Eran esas fiestas que pretendían ser para la nena pero que habían muchos mas adultos que chicos. Y así pasó el tiempo. Uno de los primeros años ella me había ofrecido un chocolate, que yo trataba de morder y no se deshacía hasta darme cuenta de que era de plástico. Otro año, un poco más grandes, ella se había puesto a llorar porque con el hermano le habíamos desnudado unas muñecas. Su rol más fuerte en mi vida había sido durante mis primeros años del secundario, si bien no la veía más seguido que de costumbre. No era de los que la pasaban bien y estaban conformes con la institución, por eso (como todos alguna vez) necesitaba creer que en otro lugar había algo mejor, que con ella me podía llevar bien y que lo demás no importaba.

Para cuando tenía quince años, la había invitado al cine y para mi sorpresa ella había aceptado, lo había hecho casi con una semana de anticipación, pero para cuando el día se acercaba,.no tenía noticias de ella, así que había decidido llamarla. Ella no me atendía, cosa que me había bajoneado mucho, no podía hablar con mi familia de eso, por un lado porque eso hubiera significado actuar como un nene, y por el otro porque no quería alardear, decir que Lili había aceptado mi invitación hubiera sido mandarse la parte…Unos meses mas tarde me había enterado que ella y su familia se habían ido a vivir a Estados Unidos. Había sido una suerte de decepción, pero al mismo tiempo había crecido, era como enterarse de que Papa Noel no existía, pero en otro contexto.

Al principio iba a Plaza Barrientos porque cuando ella vivía en Baires, alquilaba películas en el Blockbuster que estaba enfrente. Por eso iba al principio, porque tenía la esperanza de cruzármela, pero luego de que ella se fuera seguí yendo por costumbre, de hecho caminar tan seguido había hecho que adelgazara un poco.

Ya para ese entonces Lili no tenía ninguna relevancia, pero la costumbre había quedado. Uno tiene que tener mucho cuidado con las acciones que hace repetidamente por más que lo haga de manera conciente, porque estas pueden terminar convirtiéndose en hábitos inconcientes.

Estaba aburrido, cansado de todo, aunque de manera moderada. Quiero decir, no pensaba ni suicidarme ni armar una revolución, y sabía que esa melancolía era pasajera, pero tenía que hacer algo para evitarla, para hacer que esta terminara más rápido. Algo tenía que hacer.

Ya lo había un director de cine, todo es cuestión de voluntad, todo es estrategia, meditar y premeditar. Hombre prevenido vale por dos. Mi plan ya había empezado.