domingo, 30 de agosto de 2009

Lecciones que aprendí en estos últimos días y que sería bueno que tuviera en cuenta de ahora en más:

  • A veces cuando uno conoce personas interesantes y agradables, se termina dando cuenta de lo mierda que son otras que trataba con un poco más de regularidad. Siempre va a haber gente que sea copada y que a uno lo aprecie, quizás en un determinado momento uno no conozca demasiada, pero es importante saber que las hay. No vale la pena juntarse con gente de mierda, porque uno se mal acostumbra y puede terminar espantando un poco a la verdadera gente copada (esto es, demostrando demasiada sorpresa cuando el otro hace lo que en realidad debería hacer, por ejemplo). Es importante encontrar personas que reúnan las dos cualidades: que sean copadas, y que a uno lo aprecien. Ya que si solamente te aprecian pero no son copados, se convierten en los típicos “plomos”, a su vez, si son copados pero no muestran aprecio por uno, se vuelven antipáticos. Existen personas que son afines a uno, y es muy importante encontrarlas.
  • La sinceridad es algo muy importante y debe ser valorada, pero siempre y cuando uno la pida. Tampoco es cuestión de que uno tenga que bancarse o incluso valorar a esos bestias que te dicen cualquier forrada y después se excusan con que son sinceros (y lo peor es que eso que dicen, por lo general, no es la verdad, sino una simple opinión de ellos). A esa gente habría que rayarles el auto.

PD: Disculpen por la trivialidad de las últimas entradas, tengo algunas cosas más del estilo de siempre, pero todavía me falta revisarlas y corregirlas un poco. Aparte esta última semana estuve con poco tiempo.

sábado, 29 de agosto de 2009

"Hace un momento me pareció que lo que había hecho está previsto hace diez mil años; después creí que el mundo se abría en dos partes, que todo se tornaba de un color más puro y los hombres no éramos tan desdichados".
ROBERTO ARLT, El Jueguete Rabioso

miércoles, 19 de agosto de 2009

Small Comments

  • Hoy fue un día de mierda, una lluvia siempre leve pero bastante molesta y mucha gente por la calle, lo cual hacía bastante jodido trasladarse de un lado al otro, a esto sumémosle que llevaba un CPU y (disculpen) tenía ganas de ir al baño.
  • Formatearon el rígido de mi máquina y además le agregaron memoria RAM, antes tenia 0,25 gigas y ahora pasé a tener 1,25. Fue una transición del Pop al Rock. O para ser más específico pasé de los Backstreet Boys a System of a Down.
  • Empecé la facu el martes pasado, y si bien quiero ponerme las pilas y estoy ansioso por ver temas nuevos y retomar otros, me bajoneo un poco por tener menos espacio para dormir la siesta, terminar de leer el libro Déjame Entrar, escribir y publicar entradas en el blog.
  • En estos días voy a intentar ponerme al día con las nuevas entradas.

    Saludos y que todos sigan bien con su week.

domingo, 16 de agosto de 2009

A.M.V.

Aprobé el final de Socio Gral y ya tengo una firma más en la libreta. Empiezo de vuelta el martes, por lo que éste fin de semana empiezan y terminan mis vacaciones plenas. Aprovechando el tiempo libre me dediqué a hacer un AMV, es decir un video musical. La canción elegida es Mil horas, de los Abuelos de la Nada. Las imágenes son del anime, Detective Conan, no se si lo conocen. Básicamente lo que hice fue armar un videoclip usando diferentes secuencias de varias presentaciones de esa serie (“dibujitos chinos”, como les diría mi hermana).

Espero que lo disfruten y por favor, denme su mas sincera opinión.

Buen fin de semana.

viernes, 14 de agosto de 2009

Por qué tienen la teoría
que siempre la mayoría
de la gente tiene razón.
Sí en una isla abandonado
quedo con tres retardados
y entre ellos un líder votan
yo no le voy a dar pelota.
No, democracia no,
mi voto es mejor,
y si es por mí dominaría una minoría.
Huyo de la multitud
y no me electrocuto en la corriente.
No quiero ir donde todos van,
y odio la navidad.
Muchos dirán "éso esta mal".
No quiero ser normal.

El Cuarteto de Nos, No quiero ser normal.

(sacando la parte de la democracia que por ahí se puede prestar a interpretaciones un tanto totalitarias, esta cancíon me llega como una defensa a los derechos del individuo y del ser uno mismo, cosa que por un lado todos tratan de proponer pero al mismo tiempo pocos hacen).
Para escuchar el tema entero hacé click acá

miércoles, 12 de agosto de 2009

Reset

“¿Creés en la reencarnación? Si siento esto teniendo apenas 25 años… ¿Cuándo uno es viejo entonces que siente? Debe llegar un momento en que los desengaños y frustraciones son tantos que ya no debés poder sentir ninguna magia en vivir. Se debe alcanzar un punto en que la única alternativa es hacer borrón y cuenta nueva, “formatear el rígido”. Empezar de cero otra vez. Si fuera Dios… hubiera armado la vida así.”
CONVERGENCIA, comic argentino publicado entre 1999 y el 2000.


Mi computadora esta empezando cada vez a andar peor. Ojo, no es que sea un modelo muy viejo, solamente tiene unos tres años y medio, lo que pasa es que hace unos meses abrí sin querer un virus que el antivirus no pudo filtrar y como al principio seguía funcionando de manera bastante aceptable me dejé estar y no llamé al técnico. Cada día anda un poco más lenta y hasta se reinicia sola, a su vez que varias copias de CD’s y DVD’s salen falladas. Ya no queda otra que llamar al técnico.

Sin embargo esto me pone bastante contento, ya que esta semana voy a tener a mi PC funcionando como antes y de hecho tengo pensado pedir que le agreguen mas memoria RAM, así la maquina puede ir incluso más rápido que antes y aggiornarse un poco. Si bien voy a tener que hacer un back up con los 14 gigas de archivos (in)útiles que no quiero perder, me va a alegrar tener el disco rígido limpio para empezar otra vez, para volver a bajar boludeces, así como tener la carpeta de Mis Documentos toda prolijita.

Es una pena perder información, pero al mismo tiempo uno tiene cierto optimismo, cierta ansiedad por llenar de vuelta el rígido con nuevos archivos, nuevos mp3’s, nuevas imágenes, nuevos dibujos, y, por supuesto, nuevos documentos en formato .doc Un amigo mío solía comparar esta sensación con el lado bueno del desengaño amoroso, uno pierde algo, pierde las ilusiones y muchas veces hasta se desmoraliza, pero al mismo tiempo hay algo positivo, el hecho de estar limpio y “formateado” para empezar otra vez, el hecho de tener una nueva oportunidad.

Cada mitad de año empiezo un nuevo cuatrimestre en la facultad y otro más en el curso de alemán. Son oportunidades para empezar una vez más, sin importar que tan malo o bueno haya sido el anterior. Otra oportunidad para dar lo mejor de uno y tratar de lograr los mejores resultados. Es otra forma de “resetearse” a uno mismo.

No estoy del todo de acuerdo con la cita que puse de introducción a esta entrada, pero de todas formas me gusta porque tiene su parte cierta, hay momentos en los cuales hay que hacer borrón y cuenta nueva. Siempre se puede empezar de nuevo.


sábado, 8 de agosto de 2009

Los hombres que no amaban a las mujeres (MILLENNIUM I)


Haciendo clics en diferentes links de Wikipedia había llegado a enterarme que existía una trilogía de novelas policiales llamada Millennium, escritas por un ya difunto autor sueco. Una saga relativamente nueva. Lo que no creí fue que esa serie de novelas ya estuviera disponible en las librerías de Buenos Aires, cosa de la cual me entere hace unas semanas leyendo la revista ADN Cultura que sale los sábados con el diario La Nación.

Al día de hoy llevo leído el primer libro, Los hombres que no amaban a las mujeres. La historia se centra en un periodista sueco, Mikael Blomkvist, que es contratado por un viejo empresario retirado para que resuelva el caso de la desaparición de su sobrina hace ya treinta y seis años. Para esto necesitará la ayuda de Lisbeth Salander, una investigadora privada de veinticuatro años que a su vez es hacker, brillante pero socialmente muy torpe.

Me gusta mucho leer policiales de tanto en tanto, aunque a veces tengo que admitir que soy un poco lerdo para seguir esos detalles tan sutiles que terminan resultando indispensables para el entendimiento de la trama. Me interesan mucho las novelas policíacas protagonizadas por detectives excéntricos como ser L de Death Note, Christopher Boone de El curioso caso del perro a la media noche (una novela de Mark Haddon), o el mismísimo Sherlock Holmes. Todos muy diferentes a los demás mortales, geniales pero con cero tacto en cuanto a las relaciones sociales.

Los hombres que no amaban a las mujeres, la primera de las tres novelas de Stieg Larsson, tiene algo que no es demasiado fácil de encontrar, la cualidad de poder absorber al lector, que uno lea y lo haga ansioso con ganas de saber que es lo que va a pasar en la siguiente página. Si bien hay muchas novelas que valen la pena, grandes clásicos, que uno no puede dejar pasar desapercibidos, la novela de Stieg Larsson tiene esta esencia, la facultad de poder hacer que el lector “quiera seguir leyendo”.

Por el momento pienso darle una pausa a esta trilogía, para leer un libro de otro autor sueco, Déjame Entrar, de un tal John Ajvide Lindqvist, novela de la cual se va a estrenar la película este año. Por lo pronto, es hora de volver a Marx, y estudiar para el final del próximo sábado.

lunes, 3 de agosto de 2009

wunderschön

Julio del 2009
Me cuesta mucho irme, aún cuando yo tengo ganas o incluso cuando los demás quieren que me vaya, me cuesta mucho irme. Es como si no encontrara el momento justo para decir “me voy”, como si creyera que hay un momento exacto en el cual decirlo e irse, y así es como muchas veces miro el reloj pensando que cuando pase un tiempo determinado yo voy a decir que estoy cansado y, acto seguido, me voy a retirar. Esta vez la cosa venía un poco más complicada, ya que la reunión era en el living de mi propia casa, con mis amigos. Dos amigos de toda la vida, un chico que era más amigo de ellos que mío y dos chicas eran el total de personas que estaban reunidas además de mí.

No iba a echarlos, de hecho, no quería echarlos, simplemente estaba un poco perdido en esa situación, no sabía de que hablaban por más de que yo estuviera ahí, es como que estaba absorto en mis propios pensamientos, que a su vez estaban bastante inconexos. No estaba pensando en nada en particular más bien se me venían a la cabeza un montón de vivencias que poco y nada tenían que ver una con la otra, algún reproche que me habían hecho en la terapia, las escenas finales de la película Eterno Resplandor, y algún que otro recuerdo gracioso de la época del secundario.

Tenía la mente en blanco (o quizás en muchos tonos distintos de colores a la vez) y no se me ocurría que comentario acotar en la conversación. Tenía un poco de ganas de hablar con la chica de pelo castaño claro, pero era un poco incómodo ya que me trataba con cierta distancia, quizás porque sabía que un poquito me gustaba pero que también le gustaba a mi gran amigo Pom y esa era una situación difícil para todos.

Para los demás esa era una situación cotidiana, para mí, aburrida. No quiero decir que sea de las personas que siempre buscan romper los hábitos, y que odian la rutina, de hecho soy más bien todo lo contrario, si yo manejara el mundo, éste sería un lugar bastante seguro y tranquilo, pero, para los ojos de muchas personas, un lugar mucho más aburrido.

Sin saber que hacer, sin encontrar motivación, me deje a merced de lo que podía hacer en ese momento, sentarme, escuchar, mirar y pensar, y todo sin muchas ganas, hasta que se apareció. Había llamado mi atención, ¿qué hacía en mi casa a esa hora? ¿qué hacía en mi casa? Pero eso no importaba tanto como ya el hecho mismo de que ella estuviera ahí, como decía Oscar Wilde, la belleza es superior al genio, no necesita explicación.

Para los demás posiblemente su presencia resultaba irrelevante, o al menos eso esperaba, no quería que los demás se fijaran en ella, ya que me pondría celoso. Ella por su parte simplemente paso por el living saludando y se dirigió al cuarto de mis viejos, capaz para hacerle una consulta a mi vieja sobre alguna materia que estaba cursando, en realidad, para ser sincero, desconozco por completo que es lo que había ido a hacer, yo simplemente la seguí para poder hablar con ella, ya de por sí era raro verla.

Antes de cerrar la puerta del living que daba al pasillo saludé a mis amigos con mucho énfasis como aclarando que iba a hacer algo importante, cual Armstrong subiéndose a la nave espacial en dirección a la luna.

Mis viejos por suerte no estaban, así que le propuse de ir a mi cuarto. Hablamos de distintos temas, la facultad, los estudios, los amigos, el peronismo. Era un tipo de persona bastante difícil de encontrar, de ninguna manera era alguien que se conocía todos los días. Siempre fue difícil encontrar una mina que sea inteligente, con inquietudes y linda a los veinte. Algunos amigos ya grandes, me decían que me dejara de joder, que era al pedo hablar de Nietzsche con minas y que en un curso de alemán nunca iba a conocer a nadie, lo cual me había bajoneado bastante ya que de esa manera habían derribado los principios de mi mundo como si lo hicieran con esas bolas de hierro que usan para demoler construcciones viejas.

Si bien no la había conocido en un curso de idiomas, Roma, era increíble. Linda, inteligente, creativa y tenía cierta conciencia ciudadana, yo pensaba que era imposible encontrar a alguien con esas cuatro cualidades. Y ojo, era alguien que tranquilamente podía amoldarse al sistema y vivir la vida de cualquier persona superficial. Estaba en contra de la motriz pero por sus propios valores, tampoco era de esas que dicen que son feministas, pero que en el fondo, muy en el fondo, su gran problema es que tipos como Brad Pitt no les dan bola.

Yo creía que se había puesto más alta en el tiempo que llevaba sin verla, que de hecho, era más de un año, pero según ella o no lo había notado, o sólo me parecía a mí. Me encantaba su pelo, de color anaranjado oscuro o castaño rojizo, que ocupaba un gran volumen, sus ojos eran de esos que a la distancia llaman la atención y cuando te acercas te das cuenta que son verdes. Algunas personas, me dicen que me fijo demasiado en lo estético, puede ser que sea cierto, pero aún así, Roma era una persona increíble, mas allá de su pelo anaranjado era alguien muy creativa y ocurrente, siempre que hablaba con ella sentía que lo que tenía para contar no era tan importante como había pensado antes de verla. Por otro lado, cada vez que discutíamos terminaba sintiendo que no tenía argumentos sólidos para defender mi postura, mientras que cuando estábamos de acuerdo sobre algún punto, siempre me daba la impresión de que la postura que sosteníamos se podía defender mejor de lo que yo lo hacía.

Me arriesgaría si dijera que Rou era peronista. Me arriesgaría por un lado porque nunca pude confirmar que lo fuera, y por el otro porque muchos podrían de esta manera tener una imagen negativa de ella. Muchas personas consideran al peronismo como a algo de mal gusto, y quizás en algún punto hasta tengan razón, sin embargo el peronismo tiene algo que ni el liberalismo, ni el socialismo tienen, y es la facultad de poder adaptar la ideología al grupo o a la persona. El adjetivo “peronista” es muy amplio, y es por eso que es un poco complicado saber si lo era o no. Si ella no lo era, al menos creo que podría decirse que su ideología tendía a una izquierda nacional perteneciente a la clase media ilustrada.

Cuando creo en Dios (porque no creo en Él todos los días), aparte de haber nacido en Argentina y no en otro lado, le agradezco que alguien como Rou exista, y que yo haya llegado a conocerla. No pocas veces ella me había dicho que yo la idealizaba y que si la conociera más no hablaría tan bien de ella. La verdad era que tenía grandes virtudes difíciles de encontrar en la mayoría de la gente, y que sus defectos no debían ser de mucha importancia, o al menos, los ocultaba bastante bien.

En realidad si conocía un defecto importante suyo, algo que le impedía transformarse en la chica ideal. Y esto era que lo que yo sentía por ella no era recíproco. Desgraciadamente yo no era correspondido. Siempre que le hacía algún elogio me decía que exageraba o que la idealizaba, cosa que con las minas que gustan de uno nunca pasa, a lo sumo se ruborizan o piensan que no es para tanto, pero aceptan el cumplido. Me golpeó duro cuando me preguntó por Laura, “esa rubia que me encandilaba”. Laura era una mina de mi entorno que era muy linda pero que en realidad no me gustaba, simplemente después de que Rou me hubiera rechazado y que se pusiera a hablarme de un chico que le gustaba mucho pidiéndome consejos, yo había sacado a Lau para hacerme el interesante y ver si llamaba su atención o si se ponía celosa. No había funcionado.

Nos quedamos hablando de distintas cosas hasta que en un momento no pude aguantar más, no podía verla muy seguido, y ya las ganas de abrazarla y besarla eran incontenibles, de manera que, acto seguido, eso fue lo que hice. De repente me miró mal, no enojada, sino más bien preocupada, con una mirada que mezclaba la pena y el reproche, y me dijo:
- ¿Ves? Por eso me molesta que…
No me acuerdo que fue lo que terminó de decir, seguramente fue algo como “por eso no me gusta venir seguido acá” o “por eso me molesta que hablemos de estos temas”. A partir de ahí mi memoria, que es tan elogiada por guardar recuerdos que otros tiran, empieza a volverse borrosa. Lo que me acuerdo después es que estábamos en la Diagonal Norte (era de noche), la estaba acompañando a alguna de las combis, pero ella se había despedido antes y se apuró a alcanzar el micro. Cuando quise mirarla de lejos, ya no la veía.
Al rato me había empezado a sonar el celular, un número que no conocía, pero que seguramente era de ella, ya que tenía dos celulares y uno de los números no lo tenía archivado en el mío. Atendí y me preguntaron por una tal Emperlina. Se habían equivocado de teléfono, pensé mientras me volvía para casa.

sábado, 1 de agosto de 2009

El León y el Ratón


¿Cuántas veces subestimamos a otras personas? ¿Cuántas veces menospreciamos a otros que si hubiésemos considerado más podrían habernos dado su ayuda en el momento preciso en el cual la necesitábamos? A mí ya me pasó alguna que otra vez.

Cuando era chico mis viejos me habían regalado un libro de fábulas, tenía muy lindas ilustraciones pero los cuentos estaban bastante simplificados (cuando ya de por sí eran cuentos muy sencillos y concisos), y encima al final figuraba la “moraleja” en cursiva por si las dudas el pequeño lector no la había entendido. Ese tipo de libros, si bien tenía muy buenos dibujos, son los que después promueven que muchos de más grandes no se interesen mucho por la lectura.

Hace unos días me acordé de uno de los cuentos que más me habían gustado (si bien la forma de presentarlos que tenía esa edición era demasiado simplificada, los cuentos en sí no eran malos). Era sobre un león y un ratón.

Busqué en internet sobre ésa fábula y me enteré que era una de las fábulas de Esopo. No sabía quién era Esopo pero me sonaba mucho de algún libro que había en la casa. Me enteré que era un sabio griego del siglo VI a.C, que narraba cuentos, al mejor estilo de los hermanos Grimm, sólo que, obviamente, muchos siglos antes.

Encontré en la biblioteca un libro con sus fábulas de una edición más humilde y sin ilustraciones pero más en serio, en el sentido que los cuentos estaban mucho mejor relatados y de una manera menos infantil.

A continuación les transcribo el cuento del León y el Ratón:

Esta fábula nos avisa de que nadie debe atropellar a los más pequeños, de quienes podemos recibir grandes favores insospechados.
Hallábase un león durmiendo en la selva, y cerca de él, amparados en el descuido de aquél, jugueteaban los ratones del campo. Mas de aquí que uno de ellos salta por encima de la fiera. Despierta el león y, con ímpetu veloz, echa la garra al infeliz. Le pide éste que le perdone por su pecado, que cometió sin intención de molestarle. Acepta el rey de las fieras las explicaciones del ratón y, no teniendo por decoroso el vengarse de un ser tan humilde, le perdona y deja ir libre.
De allí a pocos días, vagueando en la noche, el león cayó en una trampa, y luego que se vio enredado en los lazos de ésta, comenzó a rugir con voz espantosa. Escúchale el ratón y, atraído por los formidables rugidos, acude prontamente al lugar del suceso, y dirigiéndose al león, le dice: “No tienes por qué temer. Yo te haré un favor correspondiente al gran beneficio que me hiciste”. E inmediatamente, púsose a registrar y reconocer los cordeles y los lazos que sujetaban al león, y así que se hubo enterado de todos ellos, empezó a roerlos y a aflojar la artificiosa trabazón de las ataduras hasta permitir a la fiera recobrar su libertad.