jueves, 22 de julio de 2010

El Vil Metal

Progamas de la TV que nos inculcan malos modelos hay a montones, y lo curioso es que los más conocidos y hasta paradigmáticos no admiten esta condición. Tinelli o los productores de Gran Hermano no se jactan de hacer plata mostrándonos algunos de los valores bajos de la sociedad, en su lugar dicen que ofrecen “entretenimiento”.

Existió un programa, hará cosa de unos seis años, que lucraba haciendo un show de algo que no era de ninguna manera aplaudible: el engaño y la traición, pero con la diferencia de que no lo ocultaba. El slogan era “el programa que te muestra lo peor de los argentinos”. Si bien el hecho de admitir la calidad del contenido no servía de excusa para defenderlo, al menos podía decir que era un programa bastante entretenido y no andaba con rodeos.

Recuerdo haberlo visto por el canal de aire America, muy a la noche, en el verano del 2005. Se llamaba “Vil Metal” y, si bien tengo entendido, la idea estaba comprada de un programa extranjero. A pesar de lo que algunos creen, en el 2006 no se había vuelto a producir, sino que se transmitieron programas grabados del año anterior.

Básicamente el juego consistía en seis participantes, sentados en una mesa redonda que competían por ganarse cincuenta mil pesos. Cada jugador iba presentando una historia, que podía ser tanto verdadera como falsa, de por qué necesitaba la plata. En la prímer fase el juego estaba compuesto de tres partes, el debate, las alianzas y la eliminación. Durante el debate los participantes contaban sus historias y presentaban pruebas para converse, en las alianzas (que serían una especie de pausas) los jugadores se juntaban en grupos de a dos dentro de unas cabinas para tejer alianzas y discutir a quién podrían sacar del juego, durante la eliminación, cada participante designaba a quién quería dejar fuera y por qué. De está manera iban avanzando las rondas hasta quedar solamente dos jugadores.

Al quedar sólo dos participantes pasaban a la fase siguiente: primero debían apostar el botín de los cincuenta mil pesos, tenían que adivinar cuales eran las historias verdaderas y cuales las falsas, cada vez que le erraban iban perdiendo parte del monto. Después de esto tenían que responder correctamente dos preguntas de las cuales las respuestas siempre eran alguno de los participantes (Por ej: “a uno de los participantes le gusta sacar a pasear al perro a las dos de la madrugada, ¿De quién estamos hablando?”), se podía responder con mas de una respuesta, pero de esa manera se iba dividiendo la plata (uno colocaba más o menos plata en cada opción y cuando la opción era correcta la plata quedada y cuando era incorrecta se perdía). Lo malo de todo era que al final casi siempre terminaban compitiendo por muy poco, a veces quedando reducido de $50.000 a $5.000.

La parte final era la mas interesante, aunque trágica y quemadora a la vez. Llegaba el momento de dividirse el monto y las opciones eran dos: o compartir todo, o cobrarlo todo, de esto se llegaba a tres resultados posibles:

A) Si los dos participantes elegían la opción “cobrar todo”, ninguno cobraba nada.
B) Si los dos participantes ponían “compartir todo”, terminaban compartiendo el monto y cada uno recibía la mitad.
C) Si un participante ponía cobrar todo, y el otro compartir todo, todo el monto se lo quedaba el que elegía cobrar todo.

Los tres resultados han tenido lugar durante la breve transmisión del programa, aunque hay quienes dicen que todo estaba arreglado. Uno de esos productos que si bien no era una genialidad eran bastante entretenidos y pasaron sin pena ni gloria, tal como fue el caso de la serie animada de Rupert el balacao o la Neuss Cola.