jueves, 18 de marzo de 2010

Lunes 15 de Marzo - Cotidianeidad (véase también: "cotidianidad")

El curso de alemán fue lo mejor. Cuando uno se pasa varios años estudiando en un mismo instituto, llega un punto que es muy probable que uno ya conozca al profesor que le toca durante ese cuatrimestre, capaz no porque a uno ya le hubiera tocado antes, pero es posible que algún compañero lo haya tenido, o se lo haya cruzado en los pasillos o que haya reemplazado al profesor o profesora de turno alguna vez, y eso fue lo que pasó. Había entrado al curso rogando que no me tocara esa profesora tan ploma, que si bien era culta e intelectual y tenía anécdotas y material auxiliar muy interesante, era demasiado exigente y hacía que lo que en un principio fuese un curso interesante, recreativo y copado, pasara a ser algo parecido a esas materias de la facultad que tienen una base atrayente pero no dejan de ser demasiado densas. Por suerte me tocó otro profesor que ya conocía, nunca lo había tenido, pero ya desde mi primer año lo había conocido dando una clase rápida de media hora para gente que estaba interesada en estudiar alemán, además de eso también había sido suplente de una profe mía durante una clase, y me había hecho el test de nivel una vez después de haberle dado una pausa al idioma por unas meses. Él no se acordaba de mí, aunque era de esperar, ya que nunca había sido alumno suyo en un curso.

A partir de cierto nivel, ya en los cursos mas avanzados, los profesores no solamente tienen que conocer bien el idioma, sino que además necesitan tener cierta cultura del país cuya lengua enseñan, ya que no se trata sólo enseñar gramática y pronunciación, sino que a esa altura también es importante explicar los porqués, el motivo por el cual tal palabra se escribe de esa manera y no de otra, la etimología. Antes otro profesor me había dicho: “Si raspamos y buscamos el origen de las palabras podemos encontrar la historia de la cultura occidental”. Un curso prometedor, si le pongo ganas, y estudio con un mínimo de regularidad seguro que voy a poder aprovechar la cursada.

Al salir del instituto fui a pasar un rato a casa, en el medio pasé por algunas librerías, para comprarme cuadernos para la facu y además quería comprarme unas hojas A4 de color amarillo. En el último curso me habían dado una muy buena idea, es más, me la habían hecho aplicar: delante de todo, en la carpeta, teníamos que tener hojas de color en las cuales íbamos a anotar el vocabulario nuevo aprendido durante cada clase, pero nada de traducciones, sólo las palabras en alemán, y tampoco teníamos que escribir las palabras sueltas, sino que esas palabras tenían que estar dentro de una oración, de manera que las aprendíamos en su contexto y no sólo sabíamos su significado, sino también cómo usarlas. Desgraciadamente todavía no pude conseguir hojas de color de ese tamaño que no tuvieran textura y se pudiera escribir, pero sigo en la búsqueda.

Más a la tarde fui a la facultad, fue el regreso desde Diciembre. Un poco triste volver. Si bien muchos dicen que mi facultad es maravillosa, eso es verdad sólo desde el punto de vista de los contenidos, el estado del edificio es bastante lamentable. A veces me pregunto por qué no podemos tener una facultad como la de Derecho o Económicas, a veces me pongo un toque menos ambicioso y digo: ¿Por qué ni siquiera una como la de Medicina? Algunos respondiendo rápido y sin pensar te dicen así de reflejo: “Y bueno, porque son zurdos”, eso es discriminación, señores.

Tuve solamente una clase de dos horas, teórico de Historia Social Latinoamericana. El tipo, que era el titular de la cátedra, se puso a hablar del bicentenario y de las colonias españolas en America Latina, pero me preocupó un poco, porque no fue una charla, no fue un discurso y casi casi ni siquiera una clase, fue como un monólogo. Me asustó. El tipo permanecía en la misma posición, no estaba sentado ni parado, sino que se apoyaba sobre la mesa y, una vez que había empezado, no paraba de hablar, como si se tratara de la voz en off de un documental, y espero que no se lo tome a mal, pero sin las imágenes cuesta un poco seguir lo que estaba diciendo después de veinte minutos. En el medio uno hizo una breve acotación haciendo referencia al concepto de libertad burguesa según Marx, lo cual irritó un poco al profe, porqué según él, había venido a hablar de Latinoamérica, y el flaco le quería cambiar el tema, “lo quería correr”. No se por qué, la gente se vuelve demasiado pasional en las aulas de la Facultad de Sociales, pero bueno, es así y es así. Por suerte al final el profesor volvió a hablar de la materia y habló en términos más didácticos anotando palabras en el pizarrón, dando ejemplos e historias de definiciones.

Volví a casa, no sin antes pasar por alguna librería sin éxito en la búsqueda del papel de color. Pero todavía había tiempo, y era una idea que yo quería aplicar, nadie me apuraba.

Siempre hay un lunes de marzo dónde lo académico empieza, por suerte fue leve, pero es un día importante en el año, porque en general es el fin de las vacaciones, el fin de la joda, y el comienzo del compromiso, del estudio constante.

2 comentarios:

Roberto Françoise dijo...

normalmente me centor en hablar de tu relato gramaticalmente y demas. pero hoy voy a ser mas directo y aburrido: Me surgió curiosidad por esa materia. Me gustaria saber un poco como se enceña historia ne otras facus asiq: quien era le porfesor y quien es le jefe de catedra? y que tems ven? asi general para saber el contexto historiografico.
si no queres no respondas pero igual como siempre gracias
Saludos

Martín Gustavo Vitale dijo...

Walter es un groso!

Un abrazo =P