miércoles, 8 de septiembre de 2010

Mediados de Mayo del 2010

Definitivamente iba a volver a laburar. Ya que en mi caso, tener mucho tiempo libre contribuía a una pésima organización del mismo. Sabía que podía tener un buen rendimiento, muy bueno, de hecho, si realmente me lo proponía. Pero por algún motivo no tenía mucho interés en eso, y me molestaba, porque deseaba tenerlo. Mi estado de holgazanería me daba un poco de vergüenza, más aún cuando miraba los apuntes que había tomado en clase sobre Parsons:

“Es como si uno leyera la parte de atrás del prospecto de un remedio”

“Es un proceso por darle a la sociología sus propios términos (y su status de ciencia)”

“La lectura es dura.”

“Se que es un autor difícil y les cuesta.”


Me había atrasado bastante y la verdad no tenía muchas excusas. Capaz podía decir que estaba desmotivado, o sino simplemente que me había puesto bastante vago. No me disgustaba mi carrera, pero a veces daba la sensación de que era una ciencia artificial, una suerte de invento surgido después de muchas horas de debates intelectuales en algún café.

No me encontraba particularmente mal, de hecho era feliz, muy feliz, sólo que me preocupaban ciertos aspectos del futuro, más cuando escuchaba esos comentarios de mi abuelo como ser: “el futuro se compra en el presente”. No quería hacerme demasiada mala sangre en el momento, ya habría tiempo de pensar, de hablar y de hacer consultas, lo único importante era tratar de ser honesto con uno mismo y de decir realmente lo que uno cree que siente.

Falta de voluntad en el estudio y un poco de desmotivación, temas de los cuales pensaba hablar con Abi, porque si algo bueno tenía ese día era que me iba a encontrar con él a hacer una pequeña caminata filosófica y después tomar un cafecito cerca de su casa.

Fue a las tres de la tardé cuando le toqué timbre y, una vez más, realicé la breve rutina de caminar de un lado al otro de la entrada y ponerme a ver en el cronómetro de mi reloj cuanto tardaría en bajar. Fueron cinco minutos.

Cuando él bajó nos saludamos como siempre, bueno, capaz no como siempre, por ahí él sonreía un poco menos y estaba mas serio. Entre esas preguntas automáticas de ¿cómo estás?-bien-¿qué contás?, me comentó que había empezado a trabajar en una pasantía, y que había renunciado tres días después.

Se había presentado en no se muy bien qué lugar que tenía vinculación con la facultad, para hacer una práctica clínica, pero después de mirarle el currículum le habían sugerido que entrara en investigación, ya que él ya formaba parte de un equipo en la facultad. Abi había insistido en hacer una pasantía clínica, pero al Lunes siguiente, cuando había empezado, de inmediato lo habían mandado a hacer desgrabaciones de conferencias, cosa que no tenía nada que ver con la clínica (además de colocarlo en la posición de “último orejón del tarro” en ese nuevo proyecto de investigación que no había elegido).

- Encima me habían dicho que si iba a seguir en ese proyecto iba a tener que renunciar al equipo del cual ya formaba parte. En el nuevo iba a tener que ganarme todo el derecho de piso de vuelta, a lo cual no le vi sentido. – me contaba él y siguió – encima le comenté a uno de mis compañeros de equipo sobre el proyecto en el que trabajaban los de la pasantía y me dijo que le habían robado la idea. Quería averiguar el nombre del que estaba a cargo del proyecto, pero no se lo quise decir porque también dan clases en mi facultad y los tengo de profesores, no quería meterme en quilombos y que me hagan imposible recibirme.
- Todo un quilombo, ¡ja! Es muy gracioso, deberías escribir algún cuento sobre eso. – le dije.
- ¡Podés escribirlo vos! – me comentaba riéndose.

Para ese momento ya habíamos dado una vuelta a la manzana y decidimos entrar a algo que era parecido a una fonda cerca de su casa y tomamos un café con leche cada uno. Me empezó a hablar de psicología, sociología, psicología social, los prejuicios y la discriminación. Siempre era muy entretenido e interesante escucharlo, le dije que se podía hacer un programa de TV como el que tenía Feinmann, él se río, alegándome que era un poco patético ese programa.

Una cosa que a veces pasaba cuando me encontraba con él, era que por ahí yo tenía ganas de contarle algo o de hablar de un asunto en particular, pero me costaba un poco tener la iniciativa de sacar el tema, y al final terminábamos hablando de algo más filosófico o vinculado con nuestras carreras, temas que si bien eran muy interesantes, hacían que me fuera más difícil hablarle de algo que yo tenía ganas de contarle de antes. Por suerte esto cada vez pasaba menos y pude comentarle lo de la facultad, además el me había preguntado específicamente por ello.

Me contó que era común tener crisis cuando uno estudiaba sociología. Una prima de él estudiaba esa carrera y ya en el ciclo básico de la facultad le habían dicho que era común tener dudas y hacer interrupciones o no estar muy seguro de haber elegido bien por el hecho de que uno al estudiar socio no veía la aplicación práctica de la ciencia al mismo tiempo que la estudiaba. Por más de que fuera algo simple y breve lo que me había dicho, el hecho de escucharlo o de saber que era común sentir eso me había aliviado mucho.

Le avisé que faltaba poco para las cuatro, hora a la cual él me había dicho que tenía que irse al alergista. Como era a dos cuadras de donde estábamos tomando el café y a mí todavía me quedaba bastante tiempo antes de ir a la facultad, acepté acompañarlo. Le iban a hacer algo parecido a picaduras de distintos insectos para ver si era alérgico a alguno (o al menos yo había entendido algo así).

En la sala de espera antes de que lo atendieran nos habíamos puesto a hablar de diversos temas muy distintos entre sí, como para aprovechar bien la oportunidad de vernos y el tiempo, que no era muy abundante.

Como justo él se estaba haciendo estudios, me había surgido la idea de preguntarle por esos test psicotécnicos que a uno le hacen en las entrevistas de trabajo, ese típico examen del dibujo de una persona bajo la lluvia, ¿influía que el paraguas fuera o no fuera dibujado? Primero él se mostró dubitativo pero después me comentó que era posible que hubiera ciertos signos o indicios de cosas, que en general no dibujar el paraguas mostraba la predisposición de uno a enfrentarse a los problemas y dijo algo de la indefensión aprendida. ¿Qué era la “indefensión aprendida”? Me citó un cuento de Jorgito Bucay sobre un elefante que de chiquito lo habían atado del cuello a un árbol, para cuando el elefante ya se encontraba en una edad madura, ni se calentaba en querer escaparse, el condicionamiento de los primeros años lo había convencido de que era imposible. Lo mismo había pasado con el experimento de un perro encerrado en una jaula que cada diez minutos recibía una descarga eléctrica desde el piso: al principio hacía todo lo posible por escaparse, pero luego de bastante tiempo, cuando le habían abierto la puerta, ni se preocupaba por salir, ya se encontraba totalmente resignado. Pensar en las consecuencias de procesos así en personas todavía me produce escalofríos.

El otro tema del cual hablamos fue de un proyecto de espacio en Internet que queríamos crear. Una web que fuera una mezcla de rincón de expresión y pagina de humor, con ensayos irónicos, historietas, videos, chistes y alguna que otra puteada. Él se había acordado del proyecto ahí, porque justo antes yo le había preguntado si conocía una canción de Carla Bruni que le estaba tarareando, a lo cual él me había dicho, burlándose un poco, que lo ideal era grabarme y publicarlo en ese espacio.

Mientras mi amigo se encontraba ya en el consultorio yo aproveché para terminar de leer un capítulo más de Brave New World, novela que tenía que leer para mi curso de inglés. El libro estaba un poco arrugado porque hacía no mucho lo había llevado en la mochila durante un día de lluvia. Saqué mi cuaderno para hacer unas anotaciones de palabras o expresiones que quería buscar en el diccionario.

Al salir, Abi parecía haberse inspirado al verme anotando en el cuaderno, y me recordó una idea que le había surgido a un amigo nuestro, hablando del tema del espacio virtual: teníamos que recolectar frases que parecieran graciosas pero que no tuvieran demasiado sentido, entonces después podíamos pegarlas en distintos lugares (como ser el inodoro de un baño o un banco de la facultad) y que la gente las leyera (este amigo nuestro tenía una impresora en el trabajo con la que podía imprimir textos en papel tipo calcomanía), abajo tenía que estar la dirección de la página de manera que los curiosos se metieran.

Luego de haber arreglado un turno para la siguiente fase de sus estudios, salimos y, mientras lo acompañaba a su casa, él me tiraba un montón de esas frases para usar de slogans y publicidad de nuestra página web. Yo, mientras intentaba sin éxito contener la risa, anotaba algunas de las frases en el celular:

“Para los que leemos y no somos putos.”

“Otro intento vano de escapar de la intrascendencia.”

“Dígale no a las hemorroides.”


Cuando llegamos a la puerta de su casa, él me pidió que después le pasara por mails todas las frases que se nos habían ocurrido. Le pregunté sí no era mejor idea realizar primero la web y recién después armar las frases y difundirlas, a lo cuál él objetaba:

- ¡No! ¡Es primero la publicidad y después el producto! ¡Lo primero que te enseñan en marketing es eso!
- “Lo primero que te enseñan en marketing es eso”, otra buena frase para la web.

Mi amigo se reía.

Mientras yo ya me estaba yendo tranquilo para mi casa, él me había llamado una vez más la atención:

- Tengo otra más: Groucho Marx estaría revolcándose en su tumba.

Sí, definitivamente iba a volver a trabajar. Trabajar y estudiar tenía sus ventajas, la autodiscplina obligatoria, la buena organización, la sensación de ser útil, y por último algo muy importante, la expiación, un mecanismo muy bueno para evitar las culpas. Cuando a uno le va mal en un examen no se siente tan mal si trabaja y estudia, siempre esta ese mecanismo de autodefensa que dice: “bueno, pero también estoy trabajando” (curiosamente mi rendimiento era mejor teniendo menos tiempo y casi no me sentía culpable de ninguna manera).

2 comentarios:

gLUp dijo...

jajajajjaja


muuuuy bueno!
me encantaron las frases sobre todo la de la intrascendencia jajajja


hacia mucho que no se te escuchaba por el blog.. si, porque el blog habla vio?

esos tests que decis vos yo ahora los estoy aprendiendo a administrar en la carrera, igual la gente ya los conoce tanto que no tienen mucha gracia finalmente, en mi facu dicen que igual salen cosas, si es cierto poco sé.

y un trabajo a mi tambien me vendria bien, en este momento en lugar de estudiar estoy en la compu.
que nos acoten un poco el tiempo como que hace que seas tambien mas productivo para el estudio, porque en definitiva de eso se trata este sistema: ser productivo hasta para tirarse un pedo y que no te salgan hemorroides en el intento.



un abrazo!

y nos estamos viendo!

Lu

Kurosawa dijo...

jejejej cuando me lo contaste me causo gracia la de las hemorroides jajaja

en fin, lei el post hace unos dias y no me acuerdo bien de todas las cosas que decias....recuerdo mas que nada la del trabajo, y eso me dio a pensar que uno cuando trabaja siente que la semana empeiza y termina haciendo lo mismo y los dias se pasan sin siquiera tener tiempo de pensarlo...como el post ese tuyo que decia a arrollar la vida o algo asi....y si no trabajas tambien es medio jodido, queres nuevamente trabajar porque al final sobra mucho tiempo y uno no sabe bien como aprovecharlo...

yo me quejaba porque cuando no tenia tiempo para hacer otras cosas, queria tiempo libre, y cuando tenia ese tiempo libre resulta que no hacia nada de lo que queria hacer.

Mmmhh bueno no me acuerdo mucho mas....lo del paraguas que te conto Abi me acuerdo que le pregunte a mi psicologa que significaba...de hecho, a mi me lo hizo dibujar, y yo lo dibuje sin paraguas pero con piloto, por ende creo que no salio del todo bien, como que era "desprotegida" o algo asi, pero yo le hice piloto, no es q lo deje sin nada....

las cosas de la psicologia que algun dia espero entender :P jaja
te amo lindo
adios!